Cómo ver el Mundial por Internet y en alta calidad

El deporte y el fútbol no es ajeno a la crisis. Retransmitir un evento deportivo como el del Mundial de Fútbol implica, para las cadenas de televisión que deciden hacerse con los derechos, pagar una elevada suma de dinero que se debe rentabilizar de alguna forma, o recuperar cuanto menos. Dado que a día de hoy no se entiende la retransmisión del fútbol sin pasar por taquilla, especialmente para los partidos que no despiertan un mínimo interés para las televisiones, supone, si no se disponen de los medios adecuados, bajarse al bar de tu barrio y disfrutar de compañía para poder saborear ese partido de fútbol que ha despertado tu interés, por mucho que a uno no le apetezca compañía, conversación y quiera disfrutar de la comodidad de su salón.

Lo que no tiene en cuenta el universo de la televisión deportiva de pago es anotar en su agenda lo que puede llegar a ofrecer la inmensidad de la red de redes, sobre todo, respetando una de sus máximas: no se puede poner puertas al campo. Resulta que aquellos partidos que no se emiten en abierto, porque se supone que no interesan a nadie, tienen su público, y que el mismo, pese a las muchas zancadillas que le pongan, se las apañará para disfrutar los partidos y no a cualquier coste. Por esa razón, alguien me tiene que explicar, quién tiene los derechos de retransmisión del mundial por Internet, o si alguien los tiene por qué no los emite, con lo que implica de oportunidad desaprovechada, y si estos no fueron comprados, por qué se persigue y se cierra la señal para aquellos que sí quieren verlos. Continuar leyendo «Cómo ver el Mundial por Internet y en alta calidad»

Esto no es fútbol: El burro y el sentido común

En este país, los diarios deportivos tienen la “suerte” de tener unos directores con mando en plaza, hasta el punto que se dejan el honor de escribir sus propias columnas (algunos hasta diariamente). Nada que decir, si aquello que se escribe tiene su lógica, y no deja de lado la objetividad, yo apuntaría más por el sentido común. ¿Cuál es el problema? Si lo anterior desaparece, y el ego personal nubla la vista, nos encontraremos con una estupidez de tal calibre, burrada sería un término más ajustable, que nadie por debajo de él se va a atrever a llevarle la contraria, o como suele suceder en todo organigrama de un periódico, que le tumben el texto escrito. Ante todo torero, pensará el trencilla. Sin embargo, ese director que incumple toda norma lógica, al expresar una opinión que no hay por donde coger, olvida una cosa importantísima, pase lo que pase, se debe a su audiencia (lectores), y al menos, ésta, merece ser tratada con respeto y con inteligencia.

Leer la columna del Señor Inda en Marca donde invita a la contundencia, amparándose en el eufemismo de “sin salirse de la reglamentación”, es execrable, por mucha libertad de opinión a la que se agarre, y provoca un enorme cabreo generalizado, o personal, como demostró Carlos Martínez en su twitter (aunque hacía más referencia al titular del periódico del señor Inda que a la columna en cuestión).

¿Y todo esto para qué? Para defender el pragmatismo de un juego donde se debe premiar lo que suma y no lo que resta. Lo que se comentaba en esa columna se puede llegar a pensar más como humor pero jamás decir, y menos opinar, porque la lógica sale en su contra: en el FC Barcelona juegan otros 10 jugadores que consiguen, y eso no lo miramos en la acera contraria, que Leo Messi brille… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: El reconocimiento al Informe Robinson

Tiene que pasar. Es normal que entre tanta incoherencia que se premia en los premios Ondas, el jurado encuentre la luz de alguna manera, y atine con un ganador que sí se puede reconocer como tal. Un ejemplo de lo que comento son los galardonados este año. Excluyendo los premios para la radio, los de televisión son, tan de expediente X, que uno se congratula que al Informe Robinson le hayan reconocido su osadía para traernos el mundo del deporte (no sólo fútbol y temas mediáticos) a la palestra y con calidad. Premian a Informe Robinson como mejor programa de actualidad, cosa que habría que matizar, aunque a mi me da igual, pese a que no creo que ese sea su lugar. Por una vez en el mundo del deporte, se reconoce la calidad por encima de la cantidad. Y ese es un paso importante para aquellos que pensamos que en este país la información deportiva debe ser realizada de otro modo. La información no implica populismo, tiene que ser algo más, y eso, por ejemplo, nos lo da Informe Robinson.

El programa lo descubrí gracias a Internet, al día que Fútbol arte recomendó ver el tributo sentido que le dedicaron al Liverpool y a lo que significaba para las grandes leyendas de este club, Dalglish o Souness, vestir esos colores. Aprovecharon la visita a Fernando Torres. Fue la excusa, porque Robinson le regaló una clase magistral, con gente a la que nunca había visto jugar, para entender y escuchar lo que los aficionados contaban de ellos.

Los deportistas, algo que solemos olvidar con frecuencia, son personas, que viven y sienten algo más que el deporte y la competición. Esa lado menos conocido, pero infinitamente más interesante, es lo que en cada programa nos acercan… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: A la hora de la siesta

“Como me joroben la siesta por los chinos… no vengo al fútbol”, comentó un aficionado en el último partido en el Bernabéu. “No puede ser normal, ya tragamos con el mando de las televisiones, decidiendo los horarios, como para tener que comer ahora en el estadio… Lo miren como lo miren, el fútbol siempre ha sido a las cinco de la tarde”.

Lo bueno de esto, reflexionando sobre la opinión del aficionado, y por buscar siempre el lado bueno frente al lado malo de las cosas, estaba en el cambio de poder a la hora de decidir los horarios. Éste, dado que ahora sí se van a disputar los partidos pensando en el horario chino, había pasado a ser potestad de los equipos. En realidad encerraba una mentira piadosa: sólo el Real Madrid y el F.C. Barcelona habían recuperado parte de ese poder. Los únicos partidos que en el fondo interesan.

El cambio de papeles venía motivado por la imagen que venía reflejando el espejo del fútbol británico, lo que la audiencia en Asia les había mostrado. Si países como China, Tailandia, Malasia, o algunas de las antiguas colonias británicas no tienen ligas potentes, el aficionado al fútbol buscará los partidos allí donde las estrellas mundiales jueguen, o les vendan que jueguen. Son seguidores de jugadores, no de clubes, con lo cual es fácil conquistar su interés. Todo lo contrario que en países con cultura y ligas interesantes para sus propios aficionados, como pasa en Sudamérica, un mercado más objetivo, en teoría, para nuestra liga. Sin dinero o con un mercado pudiente, también.

Pero claro, hay que facilitarles el trabajo. De siempre, el fútbol ha partido con un hándicap entre el aficionado no purista: el directo. Todo aquello que no estuviese incluido en esa variable, no era controlable. Por tanto, ¿a qué hora deberían jugarse los partidos para que en Asia se despertara su interés por seguir nuestros partidos? La hora de la siesta en el punto de mira para este mercado. ¿Y para los seguidores americanos? El desayuno. ¿Qué importa más? En principio sólo se habla de algunos encuentros, uno o dos por jornada. ¿Y qué partidos? No pondría la mano en el fuego para saber cuáles de esos partidos modificarán su hora de inicio… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: Ese algo llamado polimpismo

El apoyo a Río de Janeiro ha sido amplio. Y por qué no, pensarán algunos. Durante estos últimos días, incluida la hora final de espera en la que creíamos que el milagro era posible, soñábamos con la utopía de un triunfo. Sin embargo, la realidad en forma de decepción ha encontrado su sitio. Ganó el polimpismo, esa mezcla entre política y diplomacia que con el gancho del deporte inexistente en esa jubilación a cuerpo de rey que es este organismo, determina quién organiza unos Juegos Olímpicos. Son las reglas de la trastienda de esa empresa llamado CIO (COI en español), que se aprovecha de incautos como la delegación de Madrid 2016 para darle sentido al paripé que hoy hemos visto.

Duele pensar que en el fondo somos tontos, que habría que haber dejado de hacer el tolili hace mucho tiempo, y no habernos quemado en una misión que teníamos perdida desde hacía dos años, cuando Río de Janeiro pasó el primer corte para convertirse en ciudad candidata y dejó su destino en manos de quienes saben qué hay que hacer para convertirse en ciudad organizadora de unos Juegos Olímpicos.

Pensaba que el polimpismo no estaba tan incrustado en la mente de los Coitos, aquellos que viviendo a cuerpo de rey determinan qué ciudad es buena o no para organizar algo tan importante. Si en teoría es el deporte lo que justifica la calidad del evento, es la ceremonia inaugural la que determina hasta donde llega la organización y el país. La elección de Río se basa en la fuerza de algo cuyo mérito no le corresponde: que Sudamérica no haya organizado aún unos Juegos Olímpicos. Y esa injusticia debería determinarse de otra manera. ¿Por qué no lo han hecho antes? Se me ocurren varios apuntes, sustentado sobre uno principal: no tenían el poder -y dudo que a día de hoy lo tengan- para cumplir con el importante compromiso que les ha caído en las manos. Como con Londres 2012, se ha premiado algo virtual, sobre la base de las mismas personas que consiguieron en la trastienda de Singapur que la capital inglesa resultase ganadora frente a una candidata mejor en todos los sentidos, Madrid, y otra con la que el CIO tiene una deuda histórica, París.

Jacque Rogge consiguió engañar a Gallardón, pero no a París, para presentarse para 2016, con la palabra de que no existía la regla no escrita de la rotación de continentes, para tener en la manga una candidatura fuerte y segura (ya que sabía que París, bastante escarmentada, no caería en la trampa). Sólo faltaba que Lula estuviera inmenso en su trabajo, y un mapa demoledor, para apelar al sentimiento de los miembros del CIO e indicarles que la única opción válida para salvar una injusticia universal era votar a su ciudad… (continuación en sportyou).