Esto no es fútbol: La economía del feeling

Lo que no fueron capaces de hacer ni Laporta ni Txiki en un mes con el caso Eto’o, lo hizo Guardiola en 45 minutos de una rueda de prensa. Apeló al feeling y al olfato para indicar por qué no lo quería, y de ese feeling y sus interpretaciones, se desbloqueó el problema. Sin embargo, dejó Guardiola varias puertas abiertas en su reflexión que dieron lugar a pensar y mucho en lo que había por detrás. La economía del feeling había entrado a formar parte de las transacciones y las negociaciones entre clubes a la hora de fichar a jugadores. El “business” sin marketing, con los jugadores como producto. Sin sentimientos, sólo mercado y como moneda de cambio, sin importar el amor a unos colores. A eso apela la economía del feeling, y Guardiola lo sabe porque lo vivió justo la temporada en la que se despidió del FC Barcelona.

Escribí hace ya tiempo lo siguiente acerca de la rebeldía de un jugador de fútbol cuando de cambiar de aires se trataba:

 

En rebeldía podría definirse como el acto por el que un jugador, con su actitud, se enfrenta a su club para cambiar de aires bien porque le atraen los cantos de sirena de un gran equipo deseoso de tenerlo en sus filas, bien porque no le gusta el trato que está recibiendo por parte de la directiva o el entrenador, en la mayoría de los casos por no sentirse suficientemente valorado en lo económico, o porque extraña sus orígenes, y considera que le es más conveniente cambiar de aires, o bien, contrariamente a lo que piensa el cuadro técnico, porque decide quedarse para demostrar que tiene hueco en la plantilla, etc… Todas estas posibilidad con un espectador de fondo: el dinero

 

Como todo negocio cada nueva temporada se deben hacer cambios. Lo normal es que suceda lo que en las líneas anteriores comentaba, lo raro es que se dé un ejemplo como el del feeling. ¿Cuánto se puede valorar, en cifras, el costo de la economía del feeling?… (continuación en sportyou).

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Hace un año fuimos campeones de Europa

El verano pasado la selección española de fútbol nos unió y nos hizo creer que ganar un campeonato de selecciones era posible. Hoy hace un año, saltaba celebrando la victoria de España en la Eurocopa de Suiza y Austria, incluso antes que terminase la final, y levanté el trofeo con Casillas. Pero también lloré, lágrimas de felicidad y tristeza, por aquellos que no podían estar conmigo para celebrar la victoria, porque les habían arrebato la vida. Esto fue lo que escribí al ganar el campeonato: mi recuerdo a los ausentes, ‘también vosotros lo celebrásteis‘, justo es recordarlo.

Hace 10 años y 11 meses que te marchaste, recuerdo como en 1984 me contabas cómo viviste el día que España se proclamó Campeón de Europa en 1964, por la radio, con la misma alegría como la que he vivido hoy. Ausente en cuerpo y presente en mi memoria, como la camiseta de Sergio Ramos recordando a Antonio Puerta (si viviera, como tú, hoy sería también campeón). Hace más de 25 años, me prometí a mi mismo que nunca volvería a llorar por un partido de fútbol, no lo pude remediar cuando la séptima, porque me acordé de tí, ni tampoco hoy cuando alcé la mirada al cielo, y levanté el dedo señalándote, compartiendo mi celebración. Me derrumbé y lloré, lágrimas de felicidad, papá. Somos campeones de Europa, soy campeón de Europa, eres campeón de Europa. Mi felicidad es la tuya, compartida, como aquel abrazo del gol de Maceda.

Cuando a principios de junio empezaba el campeonato, ni el más optimista de los españoles imaginaba que un 29 de junio de 2008, varias generaciones de españoles iban a celebrar un triunfo de su selección de fútbol. Era algo que se deseaba, y que ahora, esta selección de Luis Aragonés nos lo ha regalado. Ya sé como se siente un alemán, un italiano, un argentino, un brasileño, un francés o un griego, gente de la que tenía sana envidia. Ahora sí sé lo que podía pasar por sus cabezas cuando su capitán levantó la copa. Ahora ya no tengo sana envidia. Y como dije una vez, es la hostia. Los 10 últimos minutos saltando y celebrando la victoria, porque no veía a Alemania capaz de hacernos un gol, porque la suerte de los alemanes evitó que se fueran ayer con una goleada. Ni un tiro a puerta. Ni hizo falta Casillas. A lo grande, sobre la base del gusto por este deporte y el balón como parte principal de una manera de entender este juego.

Cuando en la década de los 80, el Nápoles de Maradona hizo la machada de ganar un scudetto, varios aficionados se dirigieron al cementerio de la ciudad, y en una de las paredes pintaron: “No saben lo que se acaban de perder”. Como aquel triunfo, éste no era un sueño imposible. Imagino, como hacía yo al principio de esta entrada, que todos aquellos que por desgracia no han podido celebrarlo con quien hubieran querido, sí lo han hecho. Llorando, mirando al cielo o señalándolo con el dedo en alto. Mi padre no estaba, sí, pero ya se lo estaba contando yo. Lo he podido hacer gracias a estos chicos. Gracias al fútbol y a mi selección, que hacen que me sienta orgulloso de ser español, con letras grandes. Como cuentan en Café Fútbol, “desde ahora, los partidos serán partidos de fútbol y no sesiones de psicoanálisis”. Que se sepa, ahora sí, el sueño puede hacerse realidad: un Mundial es posible. Ya no es un sueño.

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El fichaje de Cristiano Ronaldo no es el más caro de la historia del fútbol

Hace casi un año afirmé, cuando el «amigo» Calderón se empeñó en traer a Cristiano Ronaldo, como son las cosas, Florentino Pérez no ha necesitado más de 15 días para fichar dos de las promesas de su antecesor, que dependiendo el valor del fichaje del portugués, podríamos hablar o no de un fichaje récord.

A los periodistas se les llena la boca, proclamando a los cuatro vientos que es el fichaje más caro de la historia del fútbol. Habría que actualizar el coste del fichaje de Maradona por el Barcelona, y sus entonces 1.000 millones de pesetas, que vistos a día de hoy parecen irrisorios, pero que tomando un ejemplo más cercano, el de Zidane, se podría estudiar quién de los dos, el francés o el portugués, es el fichaje más caro.

El matiz es tan simple como actualizar mediante la inflación anual, el coste de los 80, 78 ó 76 (que fue el dato que manejé yo), del fichaje del astro francés en 2001, frente a los 94 millones de euros que ha aceptado el Manchester United. Cogiendo el dato puro, la respuesta a julio del 2008 fue que el fichaje de Cristiano debería haber rondado los 98 millones de euros para superar el montante total del fichaje de Zidane por Florentino Pérez. Un año después, el mismo debería haber superado los 100 millones de euros. Es decir, dos afirmaciones: no hay récord y es una burrada pagar semejante salvajada de pasta.

El otro apunte hace referencia a esto último, nadie criticó ni pensó que lo pagado por Zizou fuese un disparate. Sin embargo, hay dudas con Cristiano. El modelo de los galácticos funcionó los tres primeros años, pero ante el portaaviones que representan el Pep Team, hay que vender ilusión, y más cuando el 22 de mayo hay una cita señalada con la final de Champions en el Bernabéu.

En resumen, no es un fichaje récord, le falta un pelín, que diría aquel, y estamos ante otra manera de entender el fútbol. Mediático, lo llaman. ¿Mejor o peor que el del Barça? Prefiero el de estos últimos, simplemente porque hace 7 años al Real Madrid le hubiera costado sólo un pico fichar a Cristiano Ronaldo. Cosas de los ojeadores.

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P.D.: Sabía desde hace tres meses que la empresa de Cristiano Ronaldo se había hecho en España con los derechos de la marca CR9, que el banco Espíritu Santo estaba preparando el desembarco a lo grande en cuanto a marketing con la llegada del portugués (la daban por echa ya en enero de este año), y que la marca deportiva de Cristiano Ronaldo había adquirido un local en una céntrica calle para abrir una tienda. Y pese a saberlo, nunca pensé decirlo hasta que se hiciese realidad el fichaje. ¿Quién soy yo para hacerlo?