Esto no es fútbol: De la memoria selectiva al peso de la ambición

“¿Qué es eso de la memoria selectiva a la que tanto recurres?”, me preguntaba un amigo hace pocos días.

“¿Recuerdas el Mundial 82, el de España? ¿Y a la Brasil que jugó ese campeonato?”, respondí.

“Como para no olvidarlo, creo que este deporte me gustó por lo que ellos nos mostraron en ese verano del 82″, comentó.

“¿Y la tarde de Sarriá?”, pregunté.

“Lo que llegué a llorar ese día. Creo que muchos niños españoles, aparte de España, eramos de Brasil. Fue una pena”, respondió.

“Pues eso”, señalándole con el dedo, “es la memoria selectiva”.

El término no habla o hace referencia a triunfos en campeonatos o títulos que se recuerden. Eso pertenece a la memoria histórica. Lo selectivo, por poner un ejemplo reciente, sería recordar qué hacíamos el día que España ganó la Eurocopa, y no que fue campeona. Memoria selectiva sería rememorar a la Holanda del 74, por traer otro recuerdo de alguien que sin ganar un campeonato está en la memoria de la afición por encima de quien realmente conquistó aquel Mundial.

Yendo a otros ejemplos en otros deportes, tendríamos a la selección española de baloncesto, y el regalo con que nos obsequió en la final olímpica de Pekín 08. También entra en juego el ejercicio de Gemma Mengual en la final de solo en los mundiales de natación de Roma 09, con la versión del ‘Yesterday’ a cargo de Ray Charles, que enamoró y emocionó tanto a la nadadora como al público que en la piscina pudo asistir al regalo. No consiguió el oro, pero en la memoria de la gente, ella fue la ganadora. En esa misma semana, sucedió en el Open Británico de golf otro milagro para recordar, que es con lo que nos obsequia la memoria selectiva, cuando un mito como Tom Watson, con sus 59 años, estuvo a punto de ganar el British 09 en Escocia. ¿Recordamos al ganador? Sólo el putt que no pudo meter en su último golpe Watson. La carrera de Natalia Rodríguez en Berlín, por la forma en la que se la vio, y lo que dio, tiene aquí su sitio…, como los 23 momentos más memorables en la carrera de Michael Jordan que ha sido recopilado en un excelente documento de la ESPN (y en esos momentos de Jordan, la mayoría no pertenecen a títulos).

A todos estos ejemplos, como la descalificación de Natalia Rodriguez, no sólo les unía la gratitud del aficionado en su recuerdo. Entraba en juego su ambición, o el peso de la misma. Quizás, todos ellos serían parte de la memoria histórica, si no hubiesen sido ambiciosos. Su meta estaba más allá. Con sus principios e ideales por encima del triunfo. No era ganar, sino como llegar a esa victoria. Y ese plus lo da el peso de la ambición. Injusto y traicionero en muchos casos, pero nunca olvidadizo. Ganas el recuerdo del aficionado, en la mayoría de los casos más agradecido que el que dictan los libros. Y eso es un bien que no tiene precio.

El problema viene cuando el peso de la ambición se convierte en poso y afecta a la memoria selectiva. Eso le está pasando a Maradona. Todos recordamos su gol en México, lo selectivo, empañada por su imagen mediática y su labor desafortunada como seleccionador, el poso. El mito perdió su estilo, o lo que le hizo llegar a donde llegó, como así le ha ocurrido a Messi en sus últimos partidos internacionales con Argentina. La memoria selectiva recuerda el juego del Barcelona de Guardiola, y el estilo de su propuesta llevado a cabo por el peso de la ambición de sus centrocampistas, incluyendo a Messi. Argentina no los tiene, y todo se ve afectado por el poso, que guarda el recuerdo, pero oculta la historia.

No ganar, pero jugando con la ambición, no es un fracaso. La memoria selectiva del aficionado es buena prueba de ello. Y a veces, sólo nos queda este bien tan preciado, como poco reconocido.

[En Sportyou | Esto no es fútbol]

Esto no es fútbol: La liga de Internet

Aunque podríamos llamarla la liga del ocho, por los partidos que retransmitirá cada cadena de televisión del Real Madrid y el FC. Barcelona. Dicho esto, recojo un apunte muy interesante de Genís Roca acerca del hecho de que parece que el fútbol no necesita Internet. Él lo centra en el desinterés con el que las estrellas mediáticas de nuestra liga de fútbol se mueven por las redes sociales. ¿Qué supone esto? Desaprovechar el filón que en realidad es el canal universal llamado Internet. Con una evidencia: están perdiendo el contacto con los que de verdad importan, los aficionados. Todo lo contrario de lo que está ocurriendo en USA, donde muchas grandes estrellas deportivas han reconocido la utilidad y la valía de por ejemplo twitter (Lance Armstong, Shaquille O’Neal o Andy Roddick, que además son muy buenos en el manejo de esta herramienta).

Este ejemplo dado por los jugadores lo traslado al pago por visión de nuestra liga, y a una realidad: la liga 2009/10 será la liga de Internet. Aquella que motivará que muchos espectadores con poca paciencia, por falta de comunicación a cargo de quienes poseen los derechos de retransmisión y a que uno de los canales tiene la cobertura en pañales, recorran y pregunten cuáles son las buenas páginas de Internet donde poder ver los partidos gratis, bien por P2P o bien en streaming (al menos aprendan cómo poder ver fútbol por Internet sin tener que descargar un programa y con sólo abrir el navegador).

¿Por qué digo esto? No es que descubra el oro de Moscú, pero pensemos en lo siguiente. Si queremos seguir por televisión todos los partidos del Real Madrid o del Barcelona, tenemos que ver La Sexta, Canal Plus, y suscribirnos a Canal + Liga y a Gol TV. No es que ver la liga nos cueste 15 euros. Es que ver los partidos de los dos grandes (los únicos que interesan, al contrario de la fórmula de la Premier, donde todos los partidos en per pay view mueven audiencia), en realidad nos cuesta un mínimo de 30 euros, más el estar suscritos a varias plataformas… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: La verdad del futbolero

Es algo que piensa todo aquel aficionado del fútbol, una verdad que en realidad encierra una mentira, fortalecida por el tratamiento de las televisiones, como se está viendo en la retransmisión que está llevando a cabo TVE con el Mundial de Atletismo.

El pasado fin de semana, poco antes de la final de 100 m lisos, y a la espera con lo que Usain Bolt pudiera obsequiarnos, Paco González realizó la siguiente afirmación en su Carrusel Deportivo:

“A los que nos gusta el fútbol, nos gustan todos los deportes”

Y esa es la verdad, que no es mas que ponerse una venda en los ojos, que se creen los fanáticos del fútbol, y por añadidura muchos de los periodistas deportivos de este país (aquellos que sólo hablan de fútbol, porque sólo les gusta el fútbol). En realidad, al buen aficionado al fútbol, y esta es una especie que no abunda (ojo no confundir con forofo), no le gustan los otros deportes, porque sólo les gusta el fútbol.

La afirmación de Paco González debería realizarse al revés. No se trata de decir que como me gusta el fútbol, me gustan el resto de deportes. Ni tan siquiera, estableciendo otra relación lógica, si me gusta el futbol, me gustan los otros deportes. La ecuación lógica es al revés, como me gustan todos los deportes, también me gusta el fútbol.

Esto es así, lo de la verdad del futbolero, porque no llega a comprender las reglas que mueven el resto de los deportes. El aficionado al que se refería en su afirmación Paco González era aquel que se mueve hacia otros deportes porque hay un acontecimiento puntual que le llama la atención, y no porque le gustan todos los deportes en general… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: El efecto Bolt

Las competiciones de atletismo, cada periodo de cuatro años (refiriéndome a Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo y Europeos o competiciones continentales como los Panamericanos, los Pan-Pacíficos o los Juegos de la Commonweatlh….), siguen una línea en forma de dientes de sierra, con los picos en el año olímpico, y el valle en el año sin mundial. Partiendo de este dato, la regresión en cuanto a marcas o picos de forma a los años previos al mundial pre-olímpico a cargo de los deportistas es razonable. Sin embargo, desde hace un tiempo la presencia de atletas destacados o deslumbrantes, por su ausencia, es alarmante, hasta el punto que aquellos atletas veteranos que sepan remar en esta situación van a poder sacar tajada a tanto años de esfuerzo y dedicación. Esa es la realidad, sólo alterada por la aparición del efecto Bolt (de su magnetismo únicamente se libran Bekele e Isinbayeva, aunque estos dos al menos ya han demostrado que son humanos).

El efecto Bolt hace referencia a varias variables. La primera, a la competición en sí. ¿Qué habría sido del Mundial de Berlín sin su presencia? ¿Habría algo de verdad para recordar si el jamaicano no le da por seguir entrando en los libros de historia? Su marca del domingo en los 100 m lisos, por lo menos, ha logrado salvar estos mundiales. Durante un día, el atletismo fue el foco de atención en todo el mundo (algo que sólo logró Phelps con la natación en la final de 100 mariposa de los pasados mundiales, y porque bajó de los 50 segundos con un bañador de los antiguos).

La segunda variable del efecto Bolt hace referencia a las marcas alcanzadas. Cierto que está obligando a los científicos a desmontar todas las hipótesis que habían realizado hasta la fecha. Se pensaba “x” y Bolt ha demostrado que no. Que si se dan las condiciones naturales junto al sacrificio del entrenamiento, el límite aún es desconocido (se apunta que el de Bolt está en 9,49). Llegados al límite, ¿cuánto se tardará en superar las hazañas del jamaicano?… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: La economía del feeling

Lo que no fueron capaces de hacer ni Laporta ni Txiki en un mes con el caso Eto’o, lo hizo Guardiola en 45 minutos de una rueda de prensa. Apeló al feeling y al olfato para indicar por qué no lo quería, y de ese feeling y sus interpretaciones, se desbloqueó el problema. Sin embargo, dejó Guardiola varias puertas abiertas en su reflexión que dieron lugar a pensar y mucho en lo que había por detrás. La economía del feeling había entrado a formar parte de las transacciones y las negociaciones entre clubes a la hora de fichar a jugadores. El “business” sin marketing, con los jugadores como producto. Sin sentimientos, sólo mercado y como moneda de cambio, sin importar el amor a unos colores. A eso apela la economía del feeling, y Guardiola lo sabe porque lo vivió justo la temporada en la que se despidió del FC Barcelona.

Escribí hace ya tiempo lo siguiente acerca de la rebeldía de un jugador de fútbol cuando de cambiar de aires se trataba:

 

En rebeldía podría definirse como el acto por el que un jugador, con su actitud, se enfrenta a su club para cambiar de aires bien porque le atraen los cantos de sirena de un gran equipo deseoso de tenerlo en sus filas, bien porque no le gusta el trato que está recibiendo por parte de la directiva o el entrenador, en la mayoría de los casos por no sentirse suficientemente valorado en lo económico, o porque extraña sus orígenes, y considera que le es más conveniente cambiar de aires, o bien, contrariamente a lo que piensa el cuadro técnico, porque decide quedarse para demostrar que tiene hueco en la plantilla, etc… Todas estas posibilidad con un espectador de fondo: el dinero

 

Como todo negocio cada nueva temporada se deben hacer cambios. Lo normal es que suceda lo que en las líneas anteriores comentaba, lo raro es que se dé un ejemplo como el del feeling. ¿Cuánto se puede valorar, en cifras, el costo de la economía del feeling?… (continuación en sportyou).

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