Debate sobre la necesidad de una televisión pública

Ahora que el presidente Zapatero se propone instaurar una televisión pública sin publicidad, financiada mediante un canón a pagar por el resto de las televisiones privadas, recupero una entrada escrita en ¡Vaya Tele! hace tiempo que apuntaba hacia un debate sobre el sentido, en la sociedad actual española, de una televisión pública tal y como nos la dan hoy en día. Mi posición era clara y, con el paso de los meses, no ha cambiado lo más mínimo. A continuación os dejo con mi reflexión.

Propuso ya hace un tiempo Gonzalo Martín un debate sobre el sentido de la televisión pública en estos tiempos de Internet que vivimos. Mi postura es clara, a día de hoy, un no rotundo a la televisión pública. Tal y como está pensado el modelo de televisión pública en España, en clara competencia con el resto de televisiones en abierto en cuanto a programación no le veo sentido. La televisión pública debe primar la calidad por la cantidad, y más cuando vive en su mayor parte de las subvenciones. Si hace su trabajo a conciencia, mucho de los programas que prepare tendría su posible venta en el exterior, pero así no.

La virtud de los modelos de la BBC radica en que proponen un tipo de televisión que mima al espectador, y en cierta forma se debe al canon que pagan para financiar a este canal, y si no gusta tendrán quejas. Se emiten programas de interés público que no tendría cabida en otras televisiones, que no se deben más que a sus cuentas, pero que hacen lo que quieren porque son privadas en abierto. Ellas no se deben a la calidad del producto sino al nivel de audiencia. Con el paso de los años, uno ha comprobado que los mejores programas (y aquí no entra la variable audiencia), se han podido ver en los canales de pago, con los programas que uno esperaría ver en la televisión pública (documentales, cine clásico, programas culturales, de economía, reportajes, viajes, buenas series…), y en el caso de que hubiese algo que no gustase, al pagar el cliente estaba en su derecho a quejarse, hasta el punto de que si no le satisfacía renunciaba a seguir con el canal. De ahí el interés de mimar a sus clientes / audiencia.

En la televisión pública española, que curiosamente todos los españoles financiamos de manera encubierta, sin conciencia de hacerlo, y ante un modelo de televisión de pago no reconocido, de la que no podemos emitir ningún tipo de queja, ni amenazar con irnos sin pagar la cuota. Esa sensación de privacidad encubierta con el modelo de financiación aprobado, me hace ver que no tiene ningún tipo de sentido que siga existiendo TVE tal y como está pensada hoy en día.

Si se da más de lo mismo, y al mismo nivel que otros canales en cuanto a tipo de programación, el valor de servicio público de la televisión pública termina siendo un eufemismo. Y lo peor, es que en líneas generales, servicio público para muchos espectadores, es ver el fútbol en abierto, más allás de ser la voz del gobierno de turno. La idea, en realidad, no es esa. La virtud del archivo histórico de TVE es la posibilidad de acceder a él en Internet, y quizás ahí sí tenga sentido la validez de un modelo de televisión pública que respeta la razón por la que fue creada. Es decir, si existe la televisión pública de verdad, agradecería que alguien me lo dijese. De ahí mi negativa.

Más información | La nueva industria audiovisual

El éxito de las series está en verlas como megapelículas

Hoy en la entrevista de Carlos Boyero en El País, dejaba una de sus perlas a una pregunta acerca las producciones de la HBO:

(…) HBO me parece la creadora del mejor cine que se está haciendo, aunque el formato sea la televisión.

Confirmando lo que comenta Boyero, que cine como el de toda la vida, el bueno, sólo se hace en la actualidad en la HBO, recupero una entrada de ¡Vaya Tele!, en la que comentaba que en realidad las series de la HBO son películas de larga duración.

Todo arranca de Los Soprano y de cómo pensaron sus creadores que debería ser la serie. La novedad residía en que no estábamos con una historia unitaria por capítulo, ni en una mini serie dentro de la serie, sino que la misma debía entenderse como una película de varios días de duración. Así, cuando hablamos de Los Soprano, The Wire, Mad Men, El ala oeste de la casa blanca o A dos metros bajo tierra, lo hacemos relacionándolo con unas películas con una duración de 81 horas y 46 minutos para Los Soprano, 60 horas y 45 minutos para The Wire, 18 horas y 6 minutos para Mad Men, 111 horas y 56 minutos para El ala oeste y 57 horas y 45 minutos para A dos metros bajo tierra.

Visto así, es entendible el éxito que tienen la descarga de sus capítulos y la venta de las temporadas completas de las series. Seguir su hilo argumental semanal cuesta porque la trama engancha de tal forma que el cuerpo pide más, lo que motiva que en muchos casos las sesiones de visionado de las mismas se calculen por horas y varios capítulos de golpe. De ahí la preferencia de sus seguidores y que salvo en raras excepciones, la realización de estas series no tiene sentido fuera de lo que son el círculo de las televisiones de pago. Las películas no tiene el mismo tirón.

Por esa razón, a la hora del planteamiento de las series, incluidas las nacionales, la idea de convertirla en una megapelícula, con muchos hilos argumentales es un paso adelante. Aquí pienso en Desaparecida y su éxito. La serie, los productores la pensaron como una película difícil de estrenar en el cine, pero tenían claro que debía ser una megapelícula. Ahí la apuesta. Ojo que no se trata de seguir los pasos de un culebrón, como sería Sin tetas no hay paraíso, cuenta la calidad también. Aunque megapelícula debería ser un término a tener en cuenta. Y pese a quien le pese, es cine por televisión.

Vía | Kottke

Heigl y los actores que deciden dar el salto al cine

Mucho se estuvo hablando el pasado año sobre el posible abandono de Katherine Heigl de la serie Anatomía de Grey. El run run fue apareciendo desde los medios hasta los propios foros dedicados a la serie, y todo por el interés de la actriz en subirse al carro del cine, y que este tren al que ahora tiene oportunidad de agarrarse no se le pase. Al final, ha habido desmentido y Katherine Heigl seguirá dos temporadas más en la serie, que es lo que tiene firmado tras el aumento de sueldo que logró en la última revisión de contrato, y que a punto estuvo de dejarla fuera de la serie.

Una primera pregunta tiene que ver con el cansancio del actor con el papel que interpreta. El ritmo de grabación es intenso durante 6 meses, y supone estar esclavo de un personaje durante ese tiempo, lo que implica que llegados unos años todo actor se plantee qué hacer, y más cuando el éxito conlleva la llamada de Hollywood y el dorado que te venden con esto. Y esa es la pregunta que me planteó: ¿qué debe hacer un actor cuando su papel en una serie es importante y el cine llama a sus puertas? ¿Qué casos de éxito ha habido en el salto de un medio a otro? Si nos remontamos a papeles principales o protagonistas en una serie coral, el primer nombre que viene a la mente es el de George Clooney.

Yo, a este señor, le tengo como un tío muy listo, que aceptó protagonizar ciertas películas para darse a conocer, pero que ha sabido darse cuenta del error, y ha redirigido su carrera hasta lo que es hoy en día, un cineasta total. En el cambio ha ganado, dejando una serie en su plenitud de fama, y con un personaje carismático, pero él tenía claro lo que tenía que hacer. En el polo opuesto está su compañera en la serie ‘Urgencias’, Julianna Margalies, que decidió hacer lo mismo que Clooney, creo que dos temporadas después. Sin embargo, el resultado no ha sido todo lo que ella esperaba. Poco nombre en películas, muchas de ellas de poco éxito o desconocidas, para al final terminar de nuevo en el mundo de la televisión haciendo miniseries (el resto de actores que fueron con cuentagotas abandonando la serie, lo hicieron para enfocarse en proyectos de sus grupos teatrales, como ha sido el caso de Noah Wyle)… (continuación en ¡Vaya Tele!).

Esto no es fútbol: Príncipes de Asturias, reyes sin corona

Juntemos varias de mis pasiones: cine, literatura y deporte. Resulta que John Irving, afamado escritor norteamericano, publicó en 1985 una novela cuyo título fue ‘Las normas de la casa de la sidra‘. Lo curioso de la traducción recayó en el título que se le puso a la edición española: ‘Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra‘, por el grito que daban los niños huérfanos poco antes de dormir. Cuando, en el año 2000, Hollywood puso los ojos en la novela de John Irving, convenció al escritor para elaborar el guión -con bastantes enfrentamientos con varios de los directores que quisieron convertir en imágenes el texto de Irving- y a Michael Caine para ponerse al frente del reparto. La película fue un éxito y la editorial española en poder de su edición decidió cambiar el título de la novela por el original, Las normas de la casa de la sidra.

Hace pocas fechas, Rafa Nadal propuso el nombre de Roger Federer como candidato al Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Él entendía que, si hay alguien que se lo merece, es el suizo. A la opinión de Nadal se unieron tanto Fernando Alonso como Michael Schumacher, que comentaron la injusticia de no haberle premiado aún. Estos deportistas, en especial los dos españoles -premiados de forma prematura-, no eran conscientes de la situación en la que estaban colocando a los miembros del jurado que les había galardonado.

Volviendo a la novela de John Irving, los ‘príncipe de Asturias’ estaban señalando con el dedo a los reyes sin corona, e incluso hacían referencia de pasada a las normas de la casa de la sidra: esas salas de reflexión del Hotel Reconquista en Oviedo donde se discutían las opciones de los candidatos.

¿Por qué esta crítica velada al jurado? Simplemente a que éste nunca pensó en las consecuencias del fallo, sino en el resultado mediático que suponía la concesión del mismo a un deportista español. Las consecuencias reales de no ver más allá del ombligo… (continuación en sportyou).

The Wire, la serie, en suma, Dios en televisión

Me entero que van a estrenar en España la quinta y última temporada de The Wire (Bajo la escucha), o como dice un amigo, «Dios en televisión«. Soy de los que piensa que hay series que traspasan las plataformas y que en concreto The Wire es una de ellas, que se pueden ver como 5 peliculas por cada una de las temporadas o como una película de más de 60 horas. Reflexioné sobre ella, cuando se estrenó en TNT España y cuando se estuvo emitiendo la quinta temporada en USA.

  • Del porqué del tardío estreno ‘The Wire’ (Bajo la escucha): Todos conocemos el maltrato que los canales dan a determinadas series de televisión, al amparo de los programadores y esclavos del share, aunque nos quejemos de vicio, porque muchas de las grandes series americanas no se llegan a estrenar en abierto, como mucho nos queda el DVD, y más si son de la HBO (muchos pensamos que esta etiqueta unida a cualquier programa es sinónimo de buena serie). Por este motivo, para mí es algo difícil de entender que una serie como The Wire (Bajo Escucha) no haya sido ni considerada por los canales públicos para probar su valía, ni tan siquiera para ser programada como contenido válido para la TDT, pero claro, es una serie tan buena y cojonuda, en palabras de gente de la televisión, que es imposible que funcione con un share digno en este país. Para qué arriesgar, ¿no?

  • Como otra vez repetí, a la hora de comprar series de televisión, o valorar qué programas son válidos para colocar en sus parrillas, los encargados de contratar, más bien invertir en esas series, van con dos chips en la cabeza, el primero relacionado con la esclavitud del episodio piloto, el segundo relacionado con el poder y la esclavitud a la que llevan los poseedores de los medidores del share. Pero volviendo a The Wire, lo cierto es que ha costado que la estrenen, la brillante idea la ha tenido el canal temático TNT, que la ha empezado a emitir desde la primera temporada, y que de cara al estreno de la segunda temporada, emitirá desde el 3 de marzo, dentro del espacio TNT Deluxe, y para aquellos que aún no la han descubierto, un maratón de lunes a jueves de la primera temporada a las 00:00 h. (lo cual es de agradecer).

    Dicho esto, el único motivo por el que esta serie se estrena tan tarde, es simplemente por lo buena que es… (continuación en ¡Vaya Tele!).

  • The Wire, otra forma de ver la última temporada: Es lo que tienen las cosas buenas (y lo curioso de estas entradas en las que empezamos prácticamente desde el último capítulo), que siempre hay un final, donde intervienen muchos factores para esta decisión, y todo porque alguien entiende que la historia no da más de sí y es mejor darla por concluida.

  • Desde el principio se sabía que la quinta temporada de The Wire (Bajo escucha) sería la última, que todo se iría calentando hasta el Series Finale de 93 minutos, con que nos obsequió este pasado domingo 9 su creador David Simmons. Y eso es algo que está ahí, que unos pocos (los menos en España, puesto que las televisiones nos tienen aún por la segunda temporada), han podido disfrutar por completo.

    En esta entrada no vamos a tratar ese especial capítulo final, sino que nos vamos a fijar en el especial que en Freakonomics han ido realizando según se iban emitiendo los capítulos de esta temporada final. Resulta que en dicho blog, Sudhir Venkatesh, sociólogo de Columbia, y autor del libro ‘Gang Leader for a Day’, se estuvo reuniendo con líderes de bandas como las que representa la serie… (continuación en ¡Vaya Tele!).