El canal adecuado para los cortometrajes

(Recuperando esta entrada de blogdecine sobre un tema, cortometrajes, siempre vigente).

Hace Hernán Casciari una doble crítica hacia las televisiones tomando como punto de partida el momento de auge que está viviendo el universo de los cortometrajes en España. No entiende que las televisiones pasen de emitir estas peliculas por televisión, salvo por honrosas excepciones, y cree que sería una excelente cantera para elevar el nivel de algunas series de ficción española. A este segundo punto le responde Pianista en un burdel, indicando que el problema se debe más a una cuestión de despacho y confianza, que a falta de ganas por llevar productos diferentes a la pequeña pantalla (incluso publica algunos de los grandes cortometrajes españoles recientes). Es en los despachos donde se decide la programación, y es evidente que no les resulta interesante programarlos (sería mejor decir que no saben que hacer con ellos).

Yo en cambio difiero en el canal en el que se deberían ver los cortometrajes. No creo que sea la televisión quien deba apostar por ellos para la parrilla, partiendo de la base que siempre han sido usados, de manera puntual, como un contenedor con el que cubrir los huecos dejados por la rápidez de una retransmisión en directo. No se comprende, que el interés que puede tener ver cinco cortometrajes seguidos con planteamientos e historias muy diferente es inexistente, a nivel de público en general. Si ya cuesta entrar en una única aventura, imaginar varias, y el mismo pensamiento para las salas de cine y sus maratones de cortometrajes. Habrá uno que te guste demasiado, otro nada, y otro que te deje indiferente. O que ninguno de ellos aporte lo suficiente como para analizarlo, que tanta variedad incomode, y no sea más que una manera de sacar adelante un producto que por sí sólo no se podría lograr.

Creo que el canal adecuado para estas obras, y el que ha permitido el boom hacia el cortometraje en España, es Internet. Allí ha sido donde se ha tenido la posibilidad de tener acceso a estas pequeñas películas, donde uno no se ve obligado a montar un maratón, y puede decidir qué ver (incluso varias obras del mismo autor para ver evolucionar su estilo). Eso en la televisión es imposible, nunca se sabe la hora de emisión, y además no hay manera de que a uno le cuadren obras de una misma dinámica. Cada película requiere de un tiempo de aceptación. Exactamente igual que su hermano mayor. Y éste lo máximo a lo que se aventuró fue a una sesión doble.

Además, como reconoce el propio Carlos Lascano, el poder de Internet es tan grande, que de no existir, muchos de los trabajos de jóvenes cineastas serían ignorados, y sus carreras se verían truncadas. Con Internet el espectador hace su selección, y decide cuando lo vé. Algunas veces con comentarios que enriquecen la obra o te descubren cosas que nos ha podido apreciar. Sin esto último, pocos hubieran conocido la obra de Carlos Lascano, fuera del círculo de entendidos, y mucho menos ponerlo en el mapa para disfrutar su trabajo. ¿La televisión lo acerca al público? Si eso ocurriese de verdad, seguramente las salas se atreverían a poner en cada pase de una película un cortometraje. Y lo raro, es que luego, en el lanzamiento de la película en DVD, a veces lo meten como contenido extra, como fue el caso de ‘Alumbramiento’ (fotografía superior) junto a ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’. Mientras, la única opción válida es donde están los aficionados que demandan ese trabajo. Hoy es Internet, y no parece que vaya a cambiar.