La SGAE y un juez atentan contra la constitución

Resulta que si eres un medio escrito importante y haces referencia a la caradura (en realidad es robar, y los que roban son ladrones), de una sociedad que se encarga de gestionar para su propio beneficio unos derechos anticuados, no eres franco de las críticas, ni se osa llevar a juicio al susodicho. Si eres un blogger y quieres incitar a que escriban tu punto de vista, no el del medio, para evitar que hablen mal de tí, mejor silenciar al mismo o a todos los que, pobre de ellos, osen no hacerlo.

Comento esto a propósito del fallo de la sentencia en el juicio que la SGAE tiene con Julio Alonso, y en donde el juez ha dispuesto que la libertad de expresión, dependiendo con quien, se convierte en un atentado al honor. ¿Qué pensar? Pues que hasta que no me digan qué hacen con los ingresos de los derechos de autor que recaudan, o no los dicen públicamente, y además, los mismos, no son entregados a sus legítimos herederos, sino que se quedan en sus arcas, para mí es robar, ya que el diccionario define esta acción como «tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea«. Y como decía antes, quien roba es un ladrón, hasta que no se demuestre lo contrario. ¿Lo hacen? Muy probable. Entonces, ¿quién difama? ¿El que dice la verdad?

Insultan mi inteligencia, el demandante, el juez y el organismo que respalda la decisión del juez.

[Más información El País]

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