Esto no es fútbol: Príncipes de Asturias, reyes sin corona

Juntemos varias de mis pasiones: cine, literatura y deporte. Resulta que John Irving, afamado escritor norteamericano, publicó en 1985 una novela cuyo título fue ‘Las normas de la casa de la sidra‘. Lo curioso de la traducción recayó en el título que se le puso a la edición española: ‘Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra‘, por el grito que daban los niños huérfanos poco antes de dormir. Cuando, en el año 2000, Hollywood puso los ojos en la novela de John Irving, convenció al escritor para elaborar el guión -con bastantes enfrentamientos con varios de los directores que quisieron convertir en imágenes el texto de Irving- y a Michael Caine para ponerse al frente del reparto. La película fue un éxito y la editorial española en poder de su edición decidió cambiar el título de la novela por el original, Las normas de la casa de la sidra.

Hace pocas fechas, Rafa Nadal propuso el nombre de Roger Federer como candidato al Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Él entendía que, si hay alguien que se lo merece, es el suizo. A la opinión de Nadal se unieron tanto Fernando Alonso como Michael Schumacher, que comentaron la injusticia de no haberle premiado aún. Estos deportistas, en especial los dos españoles -premiados de forma prematura-, no eran conscientes de la situación en la que estaban colocando a los miembros del jurado que les había galardonado.

Volviendo a la novela de John Irving, los ‘príncipe de Asturias’ estaban señalando con el dedo a los reyes sin corona, e incluso hacían referencia de pasada a las normas de la casa de la sidra: esas salas de reflexión del Hotel Reconquista en Oviedo donde se discutían las opciones de los candidatos.

¿Por qué esta crítica velada al jurado? Simplemente a que éste nunca pensó en las consecuencias del fallo, sino en el resultado mediático que suponía la concesión del mismo a un deportista español. Las consecuencias reales de no ver más allá del ombligo… (continuación en sportyou).

Esto no es fútbol: El otro Nadal

[Resulta que mi amigo Miguel Gutiérrez, redactor jefe en Sportyou, me picó con el gusanillo de cubrir una de mis aficiones ocultas, escribir sobre el deporte en general, pero desde un punto de vista especial, y sin tocar el fútbol (condición en la que nos pusimos los dos de acuerdo). Lo cierto es que me tiré a la piscina poco antes de los JJ.OO. de Pekín, diciéndole que sería capaz de cubrir el acontecimiento deportivo hablando de cualquier deporte… Hace pocos días me lanzó el guante, y empecé a recuperar viejas ideas que tenía en la cabeza para dar forma a todo lo que guardo sobre el mundo del deporte (se puede decir que son 25 años de experiencia y muchas horas consumiéndolo y apasionándome con él). Así que ahí estoy yo, poniendo otro granito de arena, de manera muy puntual, en el universo de los contenidos de Internet, y de la forma que entiendo debe hacerse… De entrada ya me ha dado una satisfacción enorme, que Elías Israel entre a comentar una entrada tuya y te dé la enhorabuena, no era algo que pensaba pudiera lograr tan pronto (al menos ya sé que me tiene en sus pensamientos)… Así que puedo decir que no me tiraba ningún farol cuando decía que para hablar de deportes era una apuesta segura. A continuación subo mi último texto, el del elogio. El resto que ya han sido publicados irán apareciendo en próximos días.]

El otro Nadal: El título de la entrada. aunque hace referencia al jugador, no habla de él. Sí de lo que representa o de lo que ha supuesto su figura durante el pasado fin de semana deportivo. La idea viene con retraso, pero la leyenda del deporte es universal y no tiene periodo de tiempo determinado. El espectáculo ejemplar de emoción, ambición y dramatismo que nos brindaron deportes como el tenis, el balonmano y el fútbol americano, merecen un buen repaso, con Nadal en la sombra.

El otro podría ser Fernando Verdasco. En 1988, el sueco Mats Wilander venía de tener un año fantástico. Recién estrenado el número 1 de la ATP, y tras ganar el mismo año Open Australia, Roland Garros y Open USA, con partidos para el recuerdo, se presentó en la Alemania de Boris Becker para disputar la final de la Copa Davis. En el partido que debía abrir la final le esperaba Karl Uwe Steeb, un jugador de ranking bajo con ganas de dar la sorpresa. Nadie daba un duro por el alemán; Wilander pasaba por un momento dulce, y se auguraba una eliminatoria dura para los alemanes, que confíaban en ganar si Becker sacaba sus partidos y el doble. Para sorpresa de los presentes, el partido llegó a un quinto set en el que un cansado Wilander no pudo hacerse con el partido. Karl Uwe Steeb subió a los altares, y encarriló una eliminatoria que se resolvió por la vía rápida. Lo que no sabía Wilander era que ése iba a ser el inicio de su ocaso, y que a partir de esa derrota, no volvería a ser el mismo. La Davis creó en el alemán el otro Nadal, héroe efímero, que no consolidó su momento de gloria. ¿Al final qué se ganó? Un gran comentarista deportivo en televisión, como es ahora el sueco.

Fernado Verdasco tiene una historia parecida a la del alemán Steeb. Tenía todo en contra en la pasada final de la Davis en Argentina, y echó el resto frente a un público apasionado para sacar el triunfo… (continuación en sportyou).

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