Quantum of Solace, bajo el peso de Bourne

[Ya vista la nueva entrega de James Bond, ésta fue mi reflexión sobre lo que me pareció Quantum of Solace, aunque mi nivel de exigencia me sople al oído que no he estado demasiado inspirado con ella… Mi otro yo, que me no me permite ni un descuido ni bajar el nivel.]

“Creo que estás tan cegado por una rabia incontenible que no te importa a quién haces daño. Cuando no distingues entre amigos y enemigos, es hora de dejarlo”, M a Bond.

El consejo es acercarse a ver ‘Quantum of Solace’ habiendo revisado con anterioridad ‘Casino Royale’, por un simple motivo: donde acababa ‘Casino Royale’, empieza justo ‘Quantum of Solace’, cuando encuentra a Mr. White para que le explique todo. Y este consejo encierra en verdad una trampa, que la estocada que suponía la primera aparición de Daniel Craig como James Bond, se desinfla en la nueva aventura, quedándose sólo en una media tendida.

Y pese a esto, al menos nos queda una gran Judi Dench, lo mejor con diferencia, en una presencia más amplia a lo que solía ser la norma en las apariciones de M, cosa que se agradece e imagino se trata de un obsequio de Paul Harris Haggis, como premio a lo que representa. Por eso me apropio de lo que ha comentado Barbara Broccoli sobre el papel de Judi Dench (M) en la saga:

«Ella es nuestro guía. Es la guía de la película en lo que se refiere al personaje. Es la única figura con autoridad en la vida de Bond. Creo que los conflictos morales entre los dos son muy interesantes, y pienso que ella es una actriz fenomenal, que como mujer en la vida real tiene muchísima autoridad sin tener que dar un puñetazo en la mesa. Dench tuvo una gran química con Pierce Brosnan en sus películas, y también la tiene con Daniel Craig. Ella es nuestro guía. ¡La auténtica Chica Bond!. Es la que hace que todo continue, y no quiero que se vaya. Ella sigue amenazando con irse, ¡pero no pienso dejarla!»

… (continuación en blogdecine)

Wall-E, poesía cinematográfica

[Continúo mirándome el ombligo, rebuscando otra de las reflexiones de películas que he escrito y que más me han gustado. Ahora que viene en camino el DVD de Wall-E, 6 de diciembre, quiero recordar lo que comenté de este Chaplin y Keaton moderno. Eso, y recuperar su homenaje a Hello, Dolly y los excelentes títulos de crédito finales.]

A veces uno no puede remediar el ser un cotilla, y más en las previas de los pases de prensa, donde te puedes enterar de cosas muy interesantes. Una de esas conversaciones iba dirigida sobre las películas de Pixar (pase de ‘Kung Fu Panda’), donde alguien explicaba que aquel que es capaz de hacer una película partiendo de algo tan sencillo como el mito del monstruo que se esconde detrás del armario, y producir un regalo como ‘Monsters SA’, se merece todo el respeto del mundo y la entrega total ante cualquier producto que realice. Ese comentario lo suscribo no sólo con aquella película, sino también con ‘Buscando a Nemo’, y el miedo del padre a dejar volar a sus hijos, o sobre lo que pasaría en la Tierra si las personas no la respetásemos, como ‘Wall-E’.

A partir de ahí, Pixar se dedica a hacer un guión, tan sumamente bueno, que la idea inicial se convierte en un puzzle en el que van encajando las piezas con maestría, para culminar una obra de arte. Bien sea en poesía, en cine, o en lo que vosotros queráis, ‘Wall-E’ es una crítica a las decisiones que en términos de respeto al medio ambiente vamos tomando los humanos, pero también es una historia de amor entre dos robots que transmiten sus emociones mucho mejor que cualquier actor de éxito de los que tantos seguidores tienen, sin hablar y tan solo con su mirada. Es un homenaje al cine, y en especial a Charles Chaplin y su Charlot, con el que Wall-E tiene infinidad de similitudes en cuanto a personalidad y sentimientos. Y esa es la virtud de la obra de Andrew Stanton, su director, que según te vas metiendo en la historia y avanzando con ella, no solo buscas los homenajes que se van realizando a otras muchas películas, sino que empiezas a compararla con grandes obras de la historia del cine… (continuación en blogdecine).

En el valle de Elah, la irak americana

[A veces, y pienso que eso no dice mucho de mí, necesito releerme y mirarme al ombligo para pesar mi ego. Así que continuando con mis reflexiones de cine, las que me han gustado, una que le dedique a una de las mejores películas que se rodaron el año pasado, y que fue injustamente olvidada: En el valle de Elah.]

Tengo la certeza que con el tiempo cada uno va escogiendo el tipo de películas que quiere ver. Habrá gente que decida que el cine es un vehículo de entretenimiento. Otros, sin embargo, se embarcarán en el camino complicado, siempre desde el punto de vista del espectador que a la postre es quien decide qué película ver. Con el paso de los años y las cosas que me han ido sucediendo en la vida, yo he escogido el camino complicado, aquel que implica ver una película con el cerebro encendido. Necesito una exigencia, algo que me implique con la película y luego me haga reflexionar con lo que he visto. Todo eso me lo da ‘En el valle de Elah’, justo a los 15 meses de haber nacido mi hija. Sin este detalle, creo que nunca hubiera llegado a comprender la desesperación de un padre al no saber donde está su hijo, caminando junto a él en un viaje donde todo aquello que habíamos ido labrando se va desmoronando, incluidas las convicciones. Ahora lo entiendo y lo sufro. Y es francamente duro. Por eso el puñetazo en el estómago que ha supuesto para mí ‘En el valle de Elah’.

Otra certeza que tengo con respecto a esta película, es que sé que va a tener más éxito en Europa que en Estados Unidos. Que aquí al crítica la va a tratar como se merece, escuchando el mensaje, reflexionando con ella. Paul Haggis plantea su visión de Irak desde donde más duele. Desde dentro. Desde dos puntos de vistas, el que se ve, ese ejército americano antiguo representado en Tommy Lee Jones, que cree en la defensa de los viejos valores que han hecho grande a su ejército, y la que no se ve y vamos aprendiendo durante su viaje, la del hijo recién llegado de Irak, que no soporta lo que ha visto y no comprenden qué hacen allí, buscando una salida a su conflicto interior. Y por mucho que la película desemboque en una investigación policial, la misma donde entra en juego el personaje de Charlize Theron, que se une al viaje emprendido por Hank Deerfield (Tommy Lee Jones), el poso y la fuerza de la película se encuentra en demostrar la falsedad de una guerra enmascarada, y la pérdida no sólo de unos ideales, sino de algo tan duro como es un vástago (que es lo que suelen tener las desapariciones)… (continuación en blogdecine).

‘Un lugar en el mundo’, el cine y mi lugar en el mundo

[Una antigua compañera de blogdecine me comentaba que ella cuando valoraba una película no hacía críticas, sino que eran reflexiones sobre lo que ella había sentido viendo la película en cuestión. Al cabo de haber escrito unas cuantas, me doy cuenta que su reflexión también es válida para mí, y que lo que yo suponía como críticas escritas, no eran más que reflexiones y sensaciones sobre una película, siempre seleccionada para que al menos no me desencantase (por esa razón nunca me consideraré un buen crítico). Ahora voy a tratar de recuperar en este blog, las que a mi parecer son las reflexiones que más satisfecho me han dejado. Empezando por esta de Un lugar en el mundo].

En ‘El olvido que seremos’, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribe “El mejor método de educación es la felicidad. Mi papá siempre pensó, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo (…) Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz”. Así identifico yo una película como ‘Un lugar en el mundo’, con la figura de mi padre.

Cuando alguien me pregunta que diga cuál esla mejor película, suelo responder que hay tantas, pero que si tengo que escoger la que tiene algo vital para mí, digo siempre ‘Un lugar en el mundo’ de Adolfo Aristarain. Tiene la virtud de matarme emocionalmente, y conozco a gente que no la gusta este tipo de cine, quedarse maravillado con la película.

Me sitúa el prólogo, ahora con los años vividos y la figura paterna en la memoria, como el protagonista, en perpetuo homenaje, como él buscando una señal que me diga cuál es mi lugar en el mundo. Me destroza el epílogo porque no puedo parar de llorar con él, sé que voy a sufrir viéndolo, que no es necesario, pero me armo de valor porque quiero saborearlo de nuevo. Me trae su recuerdo, si acaso fue la única película que fuera del cine llego a ver entera conmigo. De eso la tira de años. Nostalgia, diría… (continuación en blogdecine).