Las competiciones de atletismo, cada periodo de cuatro años (refiriéndome a Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo y Europeos o competiciones continentales como los Panamericanos, los Pan-Pacíficos o los Juegos de la Commonweatlh….), siguen una línea en forma de dientes de sierra, con los picos en el año olímpico, y el valle en el año sin mundial. Partiendo de este dato, la regresión en cuanto a marcas o picos de forma a los años previos al mundial pre-olímpico a cargo de los deportistas es razonable. Sin embargo, desde hace un tiempo la presencia de atletas destacados o deslumbrantes, por su ausencia, es alarmante, hasta el punto que aquellos atletas veteranos que sepan remar en esta situación van a poder sacar tajada a tanto años de esfuerzo y dedicación. Esa es la realidad, sólo alterada por la aparición del efecto Bolt (de su magnetismo únicamente se libran Bekele e Isinbayeva, aunque estos dos al menos ya han demostrado que son humanos).
El efecto Bolt hace referencia a varias variables. La primera, a la competición en sí. ¿Qué habría sido del Mundial de Berlín sin su presencia? ¿Habría algo de verdad para recordar si el jamaicano no le da por seguir entrando en los libros de historia? Su marca del domingo en los 100 m lisos, por lo menos, ha logrado salvar estos mundiales. Durante un día, el atletismo fue el foco de atención en todo el mundo (algo que sólo logró Phelps con la natación en la final de 100 mariposa de los pasados mundiales, y porque bajó de los 50 segundos con un bañador de los antiguos).
La segunda variable del efecto Bolt hace referencia a las marcas alcanzadas. Cierto que está obligando a los científicos a desmontar todas las hipótesis que habían realizado hasta la fecha. Se pensaba “x” y Bolt ha demostrado que no. Que si se dan las condiciones naturales junto al sacrificio del entrenamiento, el límite aún es desconocido (se apunta que el de Bolt está en 9,49). Llegados al límite, ¿cuánto se tardará en superar las hazañas del jamaicano?… (continuación en sportyou).