Leí recientemente en El País Semanal una muy interesante entrevista con Luca Cordero di Montezemolo, presidente de la patronal Confindustria, Ferrari (que volvió a hacer grande) y ahora también Fiat. A lo largo de la entrevista dice cosas a valorar y tener en cuenta, como por ejemplo donde estuvo la clave del renacer de Ferrari:
«Nuestro secreto fue el coraje. Pocos se atreven a invertir en investigación y en desarrollo tecnológico cuando el balance está en números rojos. (…) Renovamos por completo el producto, buscamos a los mejores proveedores del planeta, ensayamos materiales novísimos, mezclamos a trabajadores veteranos con trabajadores muy jóvenes, les proporcionamos formación… Nunca hay que desaprovechar a un hombre mayor: su experiencia vale.»
Lo que más me ha llamado la atención es el final de la cita. El reconocer el poder del conocimiento de las personas mayores y como transmitir su conocimiento a los jóvenes que entran. Esto también es innovación (recordar la importancia de compartir conocimientos, que es el valor añadido de los mayores, entre las claves de la innovación). Otros empresarios, en cambio, prefieren jubilarlos o bien desprenderse de ellos… y luego explicar que es por el bien de la sociedad. Para mí es por el bien de sus bolsillos.
Pero, la entrevista continúa y nos topamos con esta otra idea, que es una declaración de intenciones:
«Yo, como empresario, digo siempre a los otros empresarios que lo único importante son tres cosas: nuestros hombres, nuestros productos, nuestros clientes. Detrás de estos tres temas está toda nuestra vida profesional. Los hombres son el patrimonio más importante de una empresa: tengas cinco colaboradores o miles de empleados, debes formarlos, delegar responsabilidad, motivarlos, organizarlos correctamente. Después están los productos: innovación, investigación, packaging, marketing…, hagas macarrones, muebles o coches. Y finalmente los clientes. Hay que anticipar hacia donde van los gustos de los clientes.»
Al final del camino están los clientes, y para llegar a ellos, antes están las personas y la innovación, que en la mentalidad de muchos directivos resultadistas, están en último lugar. ¿Serán estos los pilares donde deben asentarse las futuras empresas? Conviene no olvidar que la senda del beneficio es larga y antes hay que sustentar el camino. Son dos reflexiones a valorar, sobre todo la primera. Y creo que a este señor no le ha ido nada mal en su vida profesional con estos ideales.