Woody (I), un cuento

Es un experimento al que le estuve dando vueltas durante esta semana santa. Buscando entre viejos ficheros me encontré con este cuento que escribí hace ya 8 años (me falla la memoria). Supongo, que habiendo pasado ya tanto tiempo, con el tema de los derechos de autor (alguien se atrevió a premiarlo), no habrá problemas. La cuestión es que siempre he querido publicarlo, y teniendo mi propio blog para hacerlo me parece el sitio perfecto donde colgarlo. Lo haré por pequeños capítulos y en días sucesivos. El último día contaré cómo surgio la idea. Este es el cuento:

WOODY (I)

«Para mí el amor es algo muy profundo. El sexo sólo tiene que alcanzar unos centímetros.»
Woody Allen, Balas sobre Broadway


“La nueva película de Woody Allen abre el festival de Venecia”, leí ayer en el periódico. Desde hace meses tengo interés por conocerle en persona (se puede decir que me encantan sus películas y, aunque es una faceta poco conocida suya, sus libros de relatos. En especial un cuento donde dos grandes amigos empiezan una partida de ajedrez tranquila, amistosa y pacíficamente, y durante el transcurso de la partida o a consecuencia de la misma, discuten, pierden la amistad y rompen las relaciones), y con más motivo desde que viví la experiencia de Allison, Annie Hall y el sexo.

Una tarde mantenía con mi amigo Lucas una interesante conversación sobre qué tipo de mujeres comparándolas con conocidas actrices nos gustaban. Él prefería y defendía la opción de las actrices europeas, Juliette Binoche, Irene Jacob o Emmanuelle Beart, en comparación con las americanas, como excepción también habló de Salma Hayek, una mexicana guapísima, porque, en concreto, se inclinaba más por la belleza intelectual que éstas representaban, no quería decir que consideraba estúpidas a las otras, sino más bien defendía la tesis de que para él la cara era el reflejo de la hermosura.

-Es más -comentó-, lo primero que hacemos al fijarnos en una chica o en una mujer es en la cara, si nos llama la atención su corte de pelo o si va bien maquillada, y es a partir de ahí cuando nos interesamos por lo demás.

Yo en cambio, más por el interés en llevarle la contraria, rendía tributo a los cuerpo esbeltos, al esplendor de las actrices que tuvieran una silueta trabajada y bien definida, del tipo Demi Moore (sin entrar en discusiones sobre si se habían operado o no), aunque hacía una pequeña distinción con Ingrid Rubio, no tiene un gran físico, pero los rasgos de su rostro, en especial esos ojazos y su penetrante mirada, me han cautivado desde que apareció en un anuncio de Sopas Gallo (era la famosa chica de pelo largo y que con una cuchara en la mano se relamía al contarnos las delicias de esta sopa), y más tarde protagonizando una película donde ella era lo único interesante.

Bueno, de ese tema estabamos hablando cuando, fue instintivo, se me ocurrió preguntarle:

-¿Qué tal está Susana?

Me miró asombrado. Por la expresión de su cara no se esperaba mi pregunta. Después me dijo muy serio:

-Creía que mi hermana te había dejado de interesar.

-Sí… Bueno, no lo sé -respondí dubitativo.

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