Muchas veces los directivos de las empresas deberían plantearse de donde proceden las mejores ideas para sus empresas, aquellas que a la larga permiten que su empresa innove. Unas veces las mejores ideas pueden provenir de sus propios empleados, como maravillosamente explica esa pequeña joyita que es Ideas are free. O en cambio, esas ideas claves para la innovación de tu negocio pueden provenir de tus mejores consumidores/clientes, como explica en esta entrada Enrique Dans, servicio al cliente como coste: «El contacto con el cliente, aunque sea cuando tiene problemas con nuestro producto o servicio, no debe ser considerado un coste, sino una bendición. Una fuente de oportunidad, de aprendizaje, de desarrollar una relación que pudo empezar (o no) con la venta del producto, y que puede (y debe) tener desarrollo en el futuro.»
Pero ahí no se acaba la cosa, ya que en uno de los comentarios a la entrada de Enrique, Antonio comenta muy acertadamente lo siguiente: «Lo difícil en la práctica: conseguir que toda la empresa (todas las personas de la empresa) tengan el chip en «mode: feedback». Y con esto me refiero a buscarlo proactivamente, a gestionarlo una vez conseguido y a hacer que Atención al Cliente se convierta en un centro generador de eficiencias, y, con suerte, de innovación.» Es decir, factor humano tanto fuera como dentro de la empresa, en una relación en la que todo el mundo gana.
Entonces puede aparecer alguien que diga que vives en tu propio castillo de naipes, sin embargo, lo mejor es demostrarles que esto existe y es beneficioso, como botón de muestra, lo que hace Nestlé a través de su servico de atención al cliente teniendo en cuenta lo que les proponen sus consumidores, involucrando a toda la organización, y llevando a cabo estas propuestas… innovando.
No obstante, surge una duda, ¿qué pasa con lo que plantea el dilema del innovador con respecto a escuchar a tus clientes? Interviene un pequeño matiz. Por un lado son tus grandes clientes y por otro lado tus consumidores, pero lo principal es que esos consumidores que llaman para informarte de sus problemas lo hacen con respecto a un producto o servicio ya lanzado, y no sobre la decisión de implicarte en una nueva e innovadora aventura, donde aparece la paradoja de que si no lo necesita mi cliente no voy a realizar la inversión. La sutil diferencia entre ‘innovación sostenida’ e ‘innovación disruptiva’.
Y es que al final la innovación (aquella que te permite seguir siendo competitivo y evolucionar en tu propuesta de valor) parte, como otros muchos negocios, de una premisa muy simple: escuchar lo que la gente, tanto empleados como clientes, tienen que decir. Ellos son los que de verdad se pelean todos los días con los problemas, y no los directivos, que siguen pensando que ellos tienen la varita mágica de las ideas, como bien se indica en una comentario a la entrada sobre el ejemplo de Nestlé: «…they were researching the possibilites but product development could take several years. Ummm, if you say so. Too many companies I have worked for don’t care. The only ‘good ideas’ are those that come from management. Not the customers or the lowly peons who work with the customers.»
Es chocarte contra un muro, pero la mentalidad irá cambiando. En caso contrario, vendrá alguien que sí valorará escuchar lo que las personas vengan a contarle.