Sólo es sentido común

Cada día tengo más la certeza que los directivos de las grandes compañías de cine y música padecen de un mal tan poco común como la «ceguera». Sin embargo, gente próxima a ambos medios expresan opiniones que se «salen de lo normal» y que algunos «genios» califican de «innovadoras», cuando no es más que puro «sentido común» aplicado al tema que ellos dominan. Otra cosa es que los escuchen.

Así, en una entrevista que le hacían en un periódico a Peter Gabriel, comentaba lo siguiente a la pregunta de la timidez de la industria con respecto a Internet: «Las discográficas no quisieron anticiparse al futuro y pensaron que podían aferrarse a los viejos métodos. Pero el tejido del negocio ha quedado destruido porque la tecnología digital permite hacer 100 o 100.000 copias de un ejemplar con la misma calidad. La rapidez con la que el viejo negocio se ha hundido asustó y sorprendió a muchos. Algunos comienzan a darse cuenta de que hay gente que no entra en una tienda de discos, pero quiere descubrir y comprar música en Internet. Un negocio ha muerto y otro está emergiendo.»

Del mismo modo, a través de la columna de Diego Galán, me entero de lo siguiente: «Una de esas multinacionales [cinematográficas] va a comercializar un invento español que impide las grabaciones fraudulentas gracias a unos rayos cegadores (…) Otra compañía invento esas gafas monstruosas que portan unos cancerberos gigantones que examinan con detalle cada esquina del cine, buscando con sus nuevos poderes ópticos la luz delatora de alguna cámara encendida.»

El más espabilado se lleva el gato al agua. Y digo yo, ¿de verdad no existen soluciones más sencillas? Que no. Que la innovación es menos complicada. Sino que se lo digan a Almodóvar y sus DVD vendidos a través de un kiosco. Desde aquí oigo las carcajadas de Atach. ‘Jesús, que complicados son los directivos’, me dice.

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