En el valle de Elah, la irak americana

[A veces, y pienso que eso no dice mucho de mí, necesito releerme y mirarme al ombligo para pesar mi ego. Así que continuando con mis reflexiones de cine, las que me han gustado, una que le dedique a una de las mejores películas que se rodaron el año pasado, y que fue injustamente olvidada: En el valle de Elah.]

Tengo la certeza que con el tiempo cada uno va escogiendo el tipo de películas que quiere ver. Habrá gente que decida que el cine es un vehículo de entretenimiento. Otros, sin embargo, se embarcarán en el camino complicado, siempre desde el punto de vista del espectador que a la postre es quien decide qué película ver. Con el paso de los años y las cosas que me han ido sucediendo en la vida, yo he escogido el camino complicado, aquel que implica ver una película con el cerebro encendido. Necesito una exigencia, algo que me implique con la película y luego me haga reflexionar con lo que he visto. Todo eso me lo da ‘En el valle de Elah’, justo a los 15 meses de haber nacido mi hija. Sin este detalle, creo que nunca hubiera llegado a comprender la desesperación de un padre al no saber donde está su hijo, caminando junto a él en un viaje donde todo aquello que habíamos ido labrando se va desmoronando, incluidas las convicciones. Ahora lo entiendo y lo sufro. Y es francamente duro. Por eso el puñetazo en el estómago que ha supuesto para mí ‘En el valle de Elah’.

Otra certeza que tengo con respecto a esta película, es que sé que va a tener más éxito en Europa que en Estados Unidos. Que aquí al crítica la va a tratar como se merece, escuchando el mensaje, reflexionando con ella. Paul Haggis plantea su visión de Irak desde donde más duele. Desde dentro. Desde dos puntos de vistas, el que se ve, ese ejército americano antiguo representado en Tommy Lee Jones, que cree en la defensa de los viejos valores que han hecho grande a su ejército, y la que no se ve y vamos aprendiendo durante su viaje, la del hijo recién llegado de Irak, que no soporta lo que ha visto y no comprenden qué hacen allí, buscando una salida a su conflicto interior. Y por mucho que la película desemboque en una investigación policial, la misma donde entra en juego el personaje de Charlize Theron, que se une al viaje emprendido por Hank Deerfield (Tommy Lee Jones), el poso y la fuerza de la película se encuentra en demostrar la falsedad de una guerra enmascarada, y la pérdida no sólo de unos ideales, sino de algo tan duro como es un vástago (que es lo que suelen tener las desapariciones)… (continuación en blogdecine).

Las falsas impresiones de los episodios pilotos

Ahora que ya no escribo en ¡Vaya Tele! (así, entre signos de admiración, que la gente siempre se olvida de ponerlos), la crisis manda y hay que hacer sacrificios en favor del resto de compañeros, no he recuperado ninguno de los textos que allí hice y que más me gustaban, por cierto. Como en la recopilación que estoy haciendo de todos mis escritos, me pongo manos a la obra con aquellos dedicados a la televisión, empezando por una entrada que escribí en ¡Vaya Tele! hace tiempo, y que viene al pelo, no sólo para sacar a relucir la nueva promoción de ‘True Blood‘, sino para ratificarme en lo que allí defendía, más tras la rectificación de Espoiler con respecto a esta serie y su mala crítica tras ver el pre-air. En concreto con esto:

(…) Por eso me extraña la entrada de Espoiler sobre sus expectativas para el 2008 (aunque reconozco que acierta más que falla en sus recomendaciones), valorando algunas series de las que ya ha visto varios episodios con aquellas en la que sólo ha visto el episodio piloto. Pensado fríamente, no es sostenible, porque al menos las que suspende necesitaría llegar a darles al menos tres capítulos para sacar conclusiones, como ha hecho con las que sí le han gustado. O en caso, contrario, valorar sólo el primer episodio de cada una de las series, para estar en igualdad de condiciones. Y en ese círculo, volveríamos al origen de esta entrada.

Todo necesita un tiempo de reposo, y más con las series, como el cine, lo bueno acaba sobreviviendo. También, estas palabras sirven como recordatorio para indicar que escribiré, en este diario que toca tantos temas, sobre televisión. Principalmente para no perder la forma.

El título de la entrada a la que me refiero, La esclavitud del episodio piloto, y el texto con más de un año de vida decía lo siguiente:

Hablaba con un amigo que trabaja en la televisión, sobre cómo hacían ellos para comprar las series extranjeras que luego programaban, y por qué, si habían apostado por ellas comprando la emisión de las primeras temporadas, luego maltrataban de manera tan cruel su emisión en su canal.

La conclusión que saqué al escuchar su respuesta, es que viven bajo la esclavitud del episodio piloto, que es la misma que tienen las productores que intentan vender sus proyectos de series a las cadenas americanas que pueden llegar a emitirlas. Es decir, todos viajan a Las Vegas o Los Angeles, al mercado televisivo que allí se monta, y van viendo uno a uno todos los episodios pilotos de las series que pueden llegar a ser de interés al público español. Y mi pregunta va en el siguiente sentido: ¿cómo saben ellos, con sólo ver el episodio piloto, cuál va a ser la calidad de la serie, y la respuesta que su público objetivo va a tener sobre la misma?… (continuación en ¡Vaya Tele!).

‘Un lugar en el mundo’, el cine y mi lugar en el mundo

[Una antigua compañera de blogdecine me comentaba que ella cuando valoraba una película no hacía críticas, sino que eran reflexiones sobre lo que ella había sentido viendo la película en cuestión. Al cabo de haber escrito unas cuantas, me doy cuenta que su reflexión también es válida para mí, y que lo que yo suponía como críticas escritas, no eran más que reflexiones y sensaciones sobre una película, siempre seleccionada para que al menos no me desencantase (por esa razón nunca me consideraré un buen crítico). Ahora voy a tratar de recuperar en este blog, las que a mi parecer son las reflexiones que más satisfecho me han dejado. Empezando por esta de Un lugar en el mundo].

En ‘El olvido que seremos’, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribe “El mejor método de educación es la felicidad. Mi papá siempre pensó, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo (…) Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz”. Así identifico yo una película como ‘Un lugar en el mundo’, con la figura de mi padre.

Cuando alguien me pregunta que diga cuál esla mejor película, suelo responder que hay tantas, pero que si tengo que escoger la que tiene algo vital para mí, digo siempre ‘Un lugar en el mundo’ de Adolfo Aristarain. Tiene la virtud de matarme emocionalmente, y conozco a gente que no la gusta este tipo de cine, quedarse maravillado con la película.

Me sitúa el prólogo, ahora con los años vividos y la figura paterna en la memoria, como el protagonista, en perpetuo homenaje, como él buscando una señal que me diga cuál es mi lugar en el mundo. Me destroza el epílogo porque no puedo parar de llorar con él, sé que voy a sufrir viéndolo, que no es necesario, pero me armo de valor porque quiero saborearlo de nuevo. Me trae su recuerdo, si acaso fue la única película que fuera del cine llego a ver entera conmigo. De eso la tira de años. Nostalgia, diría… (continuación en blogdecine).

Buster Keaton y los cortometrajes que inspiraron a Pixar en ‘Wall-E’

Entender la parte muda de Wall-E, no sólo implica pensar en Charlot, supone también pensar en el slapstick y en Buster Keaton, sobre todo por la enorme variedad de gags visuales de esta leyenda del cine que sirvieron de inspiración para los animadores. Resulta que es más conocido por sus largometrajes, y sin embargo, la gente de Pixar se fijó en las obras menos conocidas por el gran público para inspirarse. ¿Y cuáles fueron éstas? Sus 19 cortos de la época muda (que dejándome llevar son una pasada).

Cuentan la siguiente anécdota de ‘Buster’ Keaton, que explica perfectamente su espíritu. En una visita que realizó a Cuba en 1932 se iba a hospedar en el Hotel Nacional, y según contaba el botones que le acompañó a la habitación, cuando abrió la puerta, Keaton siguió andando hasta la ventana, la cruzó y desapareció por ella. El susto del botones fue tan grande, que soltó las maletas y salió disparado hacia allí para encontrarse de sopetón al cómico agarrado del alero de la ventana con una mano (se comenta que por aquella época estaba pasando por un divorcio, y sus reacciones eran de lo más imprevisibles). Así eran las especiales bromas del genio, regalos envenenados dirigidos a un único espectador, si eran capaces de disfrutarlas… (continuación en blogdecine).

Un repaso histórico y en imágenes a los orígenes del cine de animación

A propósito de la entrada en la que hablábamos del primer centenario del cine de animación, un lector (gracias El perejil) indicaba en un comentario que el corto de Emile Cohl, ‘Fantasmagorie‘, no se le debería considerar el primer cortometraje de animación de la historia, aunque se tome su fecha de estreno, 17 de agosto de 1908, como el pistoletazo de salida para el género animado dentro del mundo del cine, y a Emile Cohl como uno de los precursores de la historia de la animación. En ese comentario, se indicaba, con acierto, que el primer corto animado que se realizó fue ‘Humorous Phases of Funny Faces‘ (descontando experimentos anteriores en otros sistemas de imagen en movimiento), de J. Stuart Blackton, y con fecha de 1906. Como ‘Fantasmagorie’, ‘Humorous Phases of Funny Faces’ empleaba la animación con tiza, pero sin usar negativos ni impresos en papel en blanco, todo dibujado directamente sobre una pizarra.

Retengamos este nombre, J. Stuart Blackton, como el precursor de todos los animadores que siguieron sus pasos. Si vamos a los experimentos anteriores que indicaba nuestro comentarista, se puede afirmar que este cineasta británico fue el creador del primer film animado de la historia, mucho antes que incluso lo que terminaríamos conociendo como dibujos animados… (continuación en blogdecine).